Текст на испанском с аудио «Y tú, ¿cachai el chileno, po’?»
Iris es boliviana y lleva cerca de cuatro años viviendo en Chile. Ella es profesora de español y, además, la encargada de coordinación de la revista VeinteMundos. En esta educativa y entretenida crónica personal, Iris nos invita a recorrer el arduo camino del aprendizaje del “español chileno”. Algo que al parecer, resultó bastante complejo y heroico: nuestra estimada colaboradora tardó nada más y nada menos que casi ocho meses en poder llegar a entender cómo funcionaba el “chileno” y qué era lo que la gente le estaba diciendo.
Texto :Iris Palacios
País: Chile
Al mudarme a Santiago ya sabía lo que me esperaba: sonreír mucho en las cajas de los supermercados, sonreírles a los taxistas, a los kiosqueros y básicamente a cualquier persona que me estuviese hablando. Sabía bastante bien, porque ya había estado en Chile antes, que tenía una dura misión por delante: entender lo que dicen los chilenos.
Si alguno de ustedes, queridos lectores, estuvo en este hermoso país del fin del mundo, sabrá por experiencia propia que el español en esta larga y angosta nación es complicado. Pero por otro lado, es muy divertido cuando uno lo entiende y más aún cuando lo puede utilizar. A pesar de que mi lengua materna es el español y de que llevo más de 9 años enseñándolo, tuve serios problemas de comunicación al principio. ¡El chileno era chino para mí!
Hoy en día puedo decir que superé el reto; ahora entiendo “casi todo”. Hoy soy capaz de usar sus palabras y su conjugación. Entiendo los mil significados de huevón, la palabra nacional por excelencia, diría yo. Ya tengo un “pololo” en vez de novio. Además como kuchen y no tarta o pie como le decimos en Bolivia.
Sin mencionar la dura lección de que dependiendo con quién hable, me dirá “erí” o incluso “soi”. En fin, lejos de ser una experta les contaré los secretos de este español tan encantador y, sobre todo, les dejaré las herramientas para que puedan pasar “piola” cuando visiten Chile.
La conjugación
El español chileno conjuga la voz “tú” en el presente del indicativo, de manera muy particular. ¿Dónde trabajái?, ¿dónde viví?, ¿querí salir a comer? Sí, la “s” desapareció como por arte de magia.
Los verbos “ar” terminan en “ái” (trabajái, hablái, cantái, bailái, contestái, etc). Asimismo, los verbos “ir” y “er” terminan en “í” (viví, comí, salí, bebí). Esta falta de “s” me tenía profundamente desconcertada. Por fortuna, tuve la mejor profesora conmigo, mi compañera chilena de casa Francisca. Ella se dedicó a enseñarme los secretos del español criollo, uno por uno, y con paciencia de monja.
Si vienes a Chile, olvídate de los verbos semirregulares en el presente. Los cambios no aplican en este maravilloso país. ¿Tení tiempo? ¿Querí comer algo? ¿Por qué no pedí el salmón? ¿Cuándo volví a tu país? El subjuntivo presente y el futuro del indicativo también se verán afectados por este cambio. Es así que tendrás frases como: “Espero que dormái bien”; “ojalá que podái viajar a Pichilemu con nosotros”; “cuando vayái al sur te tendrái que abrigar”.
Además de todos estos cambios de conjugación (que no son los únicos), los chilenos aspiran la “s”. Por lo tanto, una frase sonaría así: “ej (es) que no entendí, te ejtai (estai=estás) pasando rollo”. A eso le suman un hablar muy veloz, así que hay que tomarse las cosas con calma cuando uno está en estas tierras sureñas.
Detalles importantes
Si la conjugación representa un reto, el aprender cuándo usar las palabras apropiadas es aún más difícil. Acá algunos detalles que debes saber.
En Chile la gente no “usa” algo sino que lo “ocupa”. Ejemplo: ¿”Puedo ocupar tu computador un poquito”? Nótese que un “poquito” significa “por un momento”, por corto tiempo.
Al chileno las cosas no “le parecen”, el chileno “encuentra” las cosas de alguna manera: “Encuentro que esta pintura es muy chora”. “¡Ay no! Yo la encuentro atroz” (usan mucho la palabra atroz para decir, terrible, horrible, feo).
Cuando llegué me llamó la atención que las mujeres trataran de Usted a sus esposos o pololos, también a sus hijos. Pero luego comprendí que en realidad cuando una persona le habla de usted a otra (especialmente en parejas y con los niños) es que están muy enojados con la persona. “Le dije que no comiera ese helado, mire ahora está enfermo”. “Póngase el chaleco, se va a enfermar”.
En la mayoría de los países de habla hispana la gente utiliza – digo, ocupa- la palabra “luego” como un sinónimo de después. Grande fue mi sorpresa en Chile cuando mi compañera de casa “Panchita” me decía: “Iris vuelve luego para tomar once”. Yo claro, entendía que ella quería comer sola y que me vaya y regrese más tarde. Meses después aprendí que “luego” en Chile significa “pronto”. Ahí comprendí que había dejado a mi amiga esperándome horas.
En otra oportunidad, mi compañera me preguntó si yo tenía un “plumón”. Plumón fue la palabra que vi en cada una de las tiendas del “mall” que visité, mientras buscaba un cubrecama hecho de plumas. Extrañada le dije que sí y ella me pidió que se lo prestara. Así fue como salí de mi pieza abrazada de mi gran cobertor de plumas. Ella, entre risas, me explicó que quería algo para escribir. Ahí entendí que plumón también significa marcador…
Del po’ y otras particularidades
El chileno pondrá un “po” al final de cada frase para darle énfasis a la misma: ¿”Vai a venir esta noche”?; “Sí po’, ¡de ahí somos!” (expresión usada para decir que seguro van).
En Chile se evita a toda costa usar el sonido “sh” del inglés. Este es un tema cultural muy complejo y verdaderamente interesante. Las personas de clase baja suelen pronunciar la “ch” como “sh”, es por eso que el resto de la gente NUNCA intenta hacer el sonido “sh”. Ni siquiera cuando la palabra debe llevar ese sonido. No quieren sonar incultos.
Por eso en Chile uno ve un “chow” no un show. Por ende, la persona va a comer “suchi”, jamás sushi. Ellos hablan “Englich” no English, (comprenderán que ese detalle hace que su inglés sea un poco difícil de entender) y claro tú tendrás que hablar “Spanich” y nunca Spanish.
Otro ejemplo interesante se da con esta expresión: “Estar puro haciendo algo”. Esto se escucha en todos lados y es un equivalente a estar haciendo únicamente algo. “Estai puro sacando la vuelta”, que se traduce como “lo único que haces es no trabajar”. O este otro caso: “Estai puro dando pena”, significa algo así como “estás tan deprimido que lo único que inspiras es pena”.
Para hablar bien chileno hay que aprender a entonar correctamente y alargar las vocales. Este es un arte que solo se logra después de haber pasado miles de horas escuchando a la gente. Cuando quieres darle énfasis a algo, simplemente alarga las vocales: “Puuuuucha” “Qué laaaaata”, “Qué foooome”, “Qué weeeeno”,“Weeeena, weon”.
Por último, un clásico chileno: el huevón o weón. Se usa para referirse a un amigo o amiga: “Weona no sabí lo que me pasó”; pero también se emplea para hablar de un enemigo o enemiga: “Odio a ese weón”. También la palabra ha tomado connotaciones de sustantivo: si no sabes el nombre de algo solo debes decir “esa wea” o también – más educado – “esa cuestión”.
No será difícil escuchar la siguiente frase: “Weón (amigo) no cachai la wea (cosa) trágica que me pasó el otro día; estaba en la wea (evento, clase) de la universidad, cuando el weón (insulto) del profesor nos pidió hacer una wea (algo) tan fome (aburrido)”. Sí, claro, sé que estás pensando que esa frase no se puede entender, ¡ pero ya verás que sí !
Más de un español
En Chile, y esto también aplica a otros países de la región, la gente habla diferente dependiendo de su zona geográfica y su clase social. Las personas con mayores recursos económicos, tienen un vocabulario diferente. Por ejemplo, no suelen utilizar el “puro”. Los “cuicos”, como se los denomina, utilizan palabras “especiales” y tienen una forma de hablar diferente.
Lo mismo pasa con los “flaites”, personas de bajos recursos que tienen otra pronunciación y otra jerga. Está de más mencionar que en el sur de Chile, debido a la influencia alemana, usan palabras como kuchen para la tartaleta y “suche” (del alemán suchen, “buscar”) para una persona que puede desempeñar cualquier tipo de trabajo de baja monta.
En el norte se nota la influencia del aimara y del quechua: “guagua” (bebé), “huincha” (cinta) o “pita” (cordel). El mapudungún o lengua mapuche, se la puede leer en muchos lugares. Para mí es lo más distintivo del país; siempre lleno de “ch”. Sobre todo si uno revisa los nombres de los pueblos chicos: Pichilemu, Conchalí, Puchuncaví, Cholchol, etc.
©veintemundos
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