El otro día va un amigo y me pregunta: “¿Necesitamos vacaciones para ser felices?”. Yo le espeté: “Hombre, pues no sé tú, pero yo, mucho”. Es que, vaya preguntas que hacen algunos. Todo el mundo se merece vacaciones, faltaría más. Y en mi caso, mejor ni te cuento, que llevo tres años sin irme a ningún sitio. Por suerte, la cosa está a punto de cambiar: en dos días me voy de viaje. No veo el momento de coger la maleta y salir pitando al aeropuerto.
Me voy a patear media España con la mochila al hombro y así, de paso, practico un poco de español. Lo tengo todo planeado al milímetro. Vamos, que si hiciera falta, después de esto podría ganarme la vida de guía turístico. Eso sí, no sé cómo me las voy a apañar para ir a todos los sitios que tengo en mente. Si veo que la cosa empieza a torcerse, ya sea por falta de tiempo o porque el horario de los trenes no me cuadra, ya veré cómo me busco la vida, pero no me quedo sin verlo todo.
A ver también cómo me las ingenio para que me dé tiempo a subir fotos. Lo de las redes sociales ni me va ni me viene, pero resulta que mi hermana se empeña en que tengo que publicar todo lo que esté haciendo para que ella lo pueda ir viendo en tiempo real. Pero claro, si le mando fotos a mi hermana, por esa regla de tres, también tendría que mandárselas a mi madre para que no se cele. En fin, que vaya suerte la mía con esta hermana que me ha tocado.
Y no se me puede olvidar llamar a los hoteles para confirmar las reservas y evitar sobresaltos. La última vez que me fui de vacaciones, estuve en México y los de la agencia de viajes me la liaron. Me dieron la dirección del hotel que no era y, claro, en la recepción de ese hotel que no era el mío, no encontraban mi reserva. Les monté una tan gorda, que se plantó ahí la policía para detenerme. Al final se aclaró todo y me libré de una multa por los pelos, pero no se me quitó el susto en una semana.
Bueno, me tengo que calmar, que más que unas vacaciones, parece que estuviera organizando una expedición a Marte. Con lo poco que viajo, quiero que todo salga a la perfección, pero tengo que aprender a dejarme llevar. Pase lo que pase va a ser un viaje genial.