En nuestra vida cotidiana, existe un tema de conversación recurrente del que todos echamos mano cuando no sabemos de qué hablar: el tiempo. Las charlas banales con familiares, con vecinos pesados o con compañeros de trabajo tediosos, vienen inexorablemente acompañadas de menciones a la climatología local. No existe informativo en prensa, radio, televisión o internet que no incluya el pronóstico del tiempo, lo que nos sirve para documentar nuestra conversación: “Vaya día de perros. Y en la radio han dicho que mañana va a empeorar.
Si pensamos en el clima a largo plazo, más allá del tiempo que hará esta semana, este viene marcado por un concepto que está en boca de todos: el cambio climático. Muchos hablan de ello, pero pocos saben qué está realmente ocurriendo. La comunidad científica apoya mayoritariamente la tesis de su existencia y la responsabilidad humana en él. Sin embargo, existen quienes niegan tanto su magnitud como la intervención del hombre en sus efectos, dando lugar a agrios y encendidos debates televisivos.
Dejando a un lado la controversia de nuestra más que probable implicación, la realidad nos muestra un panorama desolador. Durante los últimos años, hemos sido testigos de catástrofes atmosféricas que han azotado nuestro planeta con olas de frío y calor, sequías y lluvias torrenciales. Sus efectos se han sufrido en regiones que han sido prácticamente borradas de la faz de la Tierra, mientras que extensas zonas de cultivo han perdido sus cosechas. El balance de pérdidas económicas y humanas ha hecho reflexionar a la comunidad internacional, que ha buscado un consenso en forma de protocolos para luchar contra este fenómeno.
Entre otros muchos factores, la actividad industrial nos ha pasado factura, dejando su huella perniciosa en el clima actual. Pero no debemos dejarnos llevar por juicios sobre lo que se hizo y lo que podríamos haber cambiado de haber actuado de modo diferente.
Ahora es el momento de buscar soluciones y aportar nuestro grano de arena en nuestro día a día: apoyando el uso de energías renovables, reduciendo los residuos que generamos en nuestro hogar, reciclando… Todos nosotros tenemos un papel que jugar en la conservación del medio ambiente.