— ¿Sabes que me voy a casar?
— Sí hombre, si a los gays no os gusta comprometeros
— Sandro, estás lleno de prejucios. Me casaré en las Vegas, yo voy a ir de Elvis y él de Fred Aster.
— ¿Y tienes fecha?
— Sí, el 5 de septiembre.
— Veo que lo tienes todo preparado.
— Ese día nació Freddy Mercury, una estrella que jamás se apagará. Y de viaje de novios vamos a ir a Bangkok.
— Ajá. Y os vais a ir justo inmediatamente después de la boda, con un coche arrastrando latas de conserva.
— No, qué va. Dos semanas después de casarnos pasararemos por mi casa, para que mis padres vean lo feliz que soy.
— ¡Qué bonito!
— Tendremos dos hijos. Vamos a ir a adoptarlos a África
— Y ¿cómo es él?
— Guapo, musculoso, inteligente, doctor en Humanidades… Tierno, un gran amante y me va a querer muchísimo
— Un tipo completo.
— Además va a compartir mis aficiones. La lectura, la música, los cocktails, la colección de sombreros victorianos…
— Ojalá encuentre yo una mujer así. ¿Cómo se llama?
— Ni, idea.
— O sea, ¿no sabes el nombre del hombre con el que te vas a casar?
— No, es más, no lo conozco. Pero tengo el presentimiento que un día de estos mi príncipe azul va a aparecer y me va a convertir en el hombre más feliz del mundo.
— Este tío es gilipollas