— Oye, Cris, ¿te has enterado de lo de Carmen? No hace ni una semana que dejó a su novio y ya está con otro.
— Menudo cotilla estás hecho. Siempre te enteras de todo. ¿Y quién es?
— No merece la pena hablar de él. Es uno de esos guaperas de gimnasio. Mucho músculo y poco cerebro.
— Uy, uy, esto me huele a celos. ¿Qué pasa? ¿Es que te gusta Carmen?
— ¡Qué dices! ¡Para nada! Lo que pasa es que me parece que ya le toca pensar en tener un novio más normal.
— ¿Más normal? ¿Y qué tiene de malo ser guapo e ir al gimnasio? Yo lo veo bastante normal. ¿No será que preferirías que Carmen se fijara más en ti?
— Nada, olvídalo. No hay forma de hablar contigo en serio.
— Te noto un poco sensible hoy. ¿Qué te pasa? ¿Será el amor?
— ¡Hay que ver cómo eres! Mejor no haberte dicho nada. Ahora vas a estar así toda la tarde.
— Hombre, no te enfades. Además, ahora que lo pienso, yo creo que Carmen y tú hacéis buena pareja.
— Vaya paciencia que hay que tener contigo… Venga, lo admito, Carmen me hace un poco de tilín, pero déjalo ya. Y no le digas nada.
— ¡Lo sabía! Pero no te preocupes, que no le digo nada. Soy una tumba.